Si tu talento fuera como el agua embotellada… lo cobrarías bien.

Ésta es una reflexión, vaya, filosofía de bolsillo en una sala de espera en un aeropuerto, por fin me he salido con la mía, mis miras de viajar han sido medianamente cumplidas, tengo algunos miles de kilómetros reunidos en mi kilometraje de milenial pero ¿Saben que? ¡Quiero más!

 Soy un tanto más sabio que el yo de hace algunos años y muy ingenuo ante el yo del futuro que en unas décadas pueda leer esto, descubro que tengo problemas sustantivos y triviales por mi circunstancia perseguida, circunstancia lograda y circunstancias anheladas.

Me dedico de tiempo completo a realizar actividades que tienen que ver con los títeres y el emprendimiento creativo propio y de otros artistas, Tengo un pie en Tijuana, otro en Xalapa y mi sueño es franquiciar mi compañia de titeres y cada vez veo más cerca ese momento, descubro por donde pasó gente talentosa y comprometida con la cultura, pero todos tienen el mismo problema, ¿Cómo hacer sostenible una actividad que ya están realizando? Mis asombrosos descubrimientos artísticos escriben, cantan, bailan, actúan, hacen exposiciones, conferencias, encuentros y bienales… y en un aeropuerto me quieren vender un agua sobre valorada que en la etiqueta dice que proviene del monte fIji, agua multivaluada por que es de “Manantial” agua que cuesta el doble de una botella de agua de marca más comercial y común ¡Que también es de manantial! ¿Si no pues como? ¿De dónde sacas agua que no sea de un manantial? ¿De un río? Que asomborsamente nace de un… ¡Manantial!